Democracia, Política y Participación
Dimitris Pantoulas
@Dpantoulas
Consultor político-electoral, residenciado en Caracas. Dimitris tiene estudios de Doctorado en la Universidad de Bath (Inglaterra) y Maestría de la Universidad East Anglia (Inglaterra). Ha sido investigador invitado al IESA Business School, ha sido consultor para organizaciones internacionales como el Centro Carter, Capel, Noref. En Venezuela ha colaborado con organizaciones nacionales como el OGCD entre otros.
¿Qué sentido tiene hoy escribir sobre política, democracia, y participación ciudadana en un país al que la mayoría de los analistas califican como autocracia o peor aún como dictadura?
En las próximas líneas daremos respuesta a esta pregunta, abordando argumentos que van desde la importancia que tiene para los venezolanos la democracia como régimen político, el funcionamiento de las instituciones formales actuales, y la participación de los ciudadanos en la definición de su destino político durante el último año.
Democracia sine qua non para los venezolanos
La mayoría de la población en Venezuela está convencida que la democracia es la mejor forma de gobierno, así lo demuestran varias encuestas a lo largo del tiempo. Este convencimiento se evidencia también en la elevada participación de los venezolanos en los procesos electorales. La reconocida encuesta regional, Latinobarometro, explica “la paradoja venezolana” donde un alto porcentaje de los venezolanos en favor a un régimen democrático (78%), no coincide con la realidad política de los últimos tiempos ni tampoco con la evaluación que hacen los expertos del país. Latinobarometro concluye que aunque “los venezolanos apoyan la democracia, no están satisfechos con ella, y sólo el 25% dice que se gobierna para todo el pueblo”.
La dicotomía entre la preferencia de los ciudadanos por la democracia y la experiencia vivida, tiene que ver incluso con el uso de las palabras en el vocabulario político. Términos generalmente positivos, como democracia, participación, política, derechos humanos y diálogo han sido parte de la propaganda partidista para legitimar proyectos y acciones mínimamente democráticas.
Esto, dificulta conectar estas palabras con su significado real y con lo que representan para el ciudadano. Así, mientras los venezolanos siguen teniendo alta preferencia por la ‘democracia’ como término abstracto, por encima de cualquier otro régimen; al mismo tiempo, la mayoría de la población pareciera no estar satisfecha con el régimen político actual.
Si bien la Constitución y los actores políticos del régimen insisten en el uso de la denominación formal de “democracia participativa’ las acciones reales han llevado el sistema a caminos autoritarios y excluyentes, obteniendo resultados de cuestionable apoyo popular. Este hecho demuestra que la población y sus gobernantes no hablan la misma lengua, y peor aun, que existe un deterioro tanto en la práctica democrática como en la comunicación política.
Estado de la democracia actual en Venezuela.
Para analizar el estado de la democracia en Venezuela tenemos que diferenciar entre las instituciones formales de la política y la práctica democrática en la vida cotidiana de los ciudadanos. Así, en términos generales el concepto democracia incluye dos aproximaciones al rol del ciudadano dentro de un régimen democrático. La primera aproximación es que la ciudadanía se expresa a través de representantes y la otra es la participación, entendida como acción directa de los ciudadanos en la vida política. Las dos aproximaciones no son excluyentes, pero los diversos tipos de democracia dan diferente peso a cada una.
En la democracia clásica la participación maximiza el rol del ciudadano. En la antigua Grecia, la participación era más que un derecho; la “persona política” es diferente del ciudadano común; la persona política maneja su propia casa, debe ayudar a gobernar la comunidad de hogares que era la polis. En palabras de Pericles: “un hombre que no se interesa por la política y sólo se ocupa de sus propios asuntos; es un idiota”, (de la palabra Griega idiotis, persona que se ocupa en asuntos solo privados).
Por su parte, en la democracia representativa, los gobernantes son elegidos para representar a sus electores y actuar en su nombre. Este tipo de gobiernos necesita cumplir con unas mínimas garantías para seguir siendo democracia. Entre las garantías se cuentan la constitucionalidad, la celebración de elecciones libres, periódicas y con sufragio universal, la libertad de organización y asociación de la sociedad civil, la igualdad de derechos humanos básicos. Adicionalmente, es imprescindible que los ciudadanos estén informados sobre las diferentes propuestas que le permitan decidir su voto, así el sistema debe garantizar el libre flujo de la información.
Venezuela actualmente atraviesa una sistemática violación a la Constitución y una evidente restricción a los derechos de los ciudadanos a participar en la política, a informarse y a que su voluntad sea respetada. El suceso más indicativo de estas violaciones fue el impedimento por parte del estado de un referendo revocatorio en 2016 contra el presidente de la república, referendo otorgado en la Constitución del país; así como la violación de los calendarios de muchas elecciones regularmente planteadas en la carta magna. Asimismo, existen múltiples violaciones a los Derechos Humanos de los ciudadanos y un incremento en la violación al derecho de estar informado a través de múltiples restricciones a los canales de información y la censura y autocensura en los medios de comunicación del país.
Cerrando unos canales, abriendo otros.
Mientras, por un lado, los derechos que permiten una democracia representativa funcionar propiamente se están cerrando; por otro lado, el país ha visto un florecimiento de lo que es la acción directa por parte de los ciudadanos. Aunque parezca un oxímoron, la participación ciudadana en Venezuela en 2017 ha demostrado una capacidad de resiliencia significativa, inversamente proporcional al comportamiento de las instituciones formales (partidos políticos, poderes del estado, etc).
Entre abril y agosto de 2017, miles de ciudadanos manifestaron diariamente durante cuatro meses. Las protestas en Venezuela exigían cambios sociales y cambios políticos. Asimismo, la ciudadanía, con la participación de la coalición opositora MUD, organizó una consulta popular en Julio 2016, en lo que observadores internacionales calificaron como un “hecho político relevante, organizado al margen de las instituciones electorales, debido al cierre de los espacios de pluralismo y de las condiciones para el desarrollo de las tareas, funciones y responsabilidades de las instituciones”.
La acción directa de la ciudadanía a lo largo del 2017 tuvo una relación pendular con el liderazgo y el rol de los partidos políticos en Venezuela, especialmente de los partidos de la oposición. La misma estuvo caracterizada por la vanguardia de los partidos en algunas acciones de organización o agenda política, intentos de cooptación de la ciudadanía por parte de los partidos y sus líderes durante las protestas, y autonomía de la ciudadanía en las decisiones y acciones donde participaron.
Después de las elecciones del 15 de octubre 2017 la distancia entre ciudadanía y los partidos políticos se ha profundizado. Esto se debe al marcado deterioro en la estructura de los partidos políticos, producto por una parte de la falta de liderazgo y visión por parte de los políticos y por la poca credibilidad de sus promesas, así como por el dinamismo propio de la sociedad. Este distanciamiento tuvo como resultado una profundización en la crisis entre los partidos de oposición, que para las elecciones municipales de diciembre 2017 decidieron no presentar candidatos; a su vez, también produjo que muchas candidaturas independientes surgieran, de actores que han tenido larga presencia dentro de la sociedad civil y los movimientos sociales en Venezuela.
Esto demuestra que una parte de la sociedad no está conforme con el funcionamiento del estado ni con las relaciones de poder políticas y partidarias actuales, y buscan la participación directa en la administración de los asuntos públicos. La acción directa y la participación ciudadana, guiada en términos pro-activos, con principios democráticos y de inclusión, es un desarrollo positivo en la democracia, porque las personas se representan a sí mismas, se involucran en los procesos políticos y, a través de sus propios esfuerzos, provocan cambios sociales. Mahatma Gandhi y Martin Luther King usaron la protesta de acción directa como una forma para ganar Derechos Humanos y justicia social.
Diálogo, entendimiento y elecciones justas
La realidad política en Venezuela demuestra que la democracia no es un fenómeno estable ni monolítico. La democracia tiene la misma dinámica que la sociedad misma, que ha evolucionado a través de los siglos, y es una relación fluida entre la sociedad, las instituciones y la situación política de cada país.
El sistema político venezolano, formalmente llamado participativo en la práctica se comporta como un régimen representativo, y muestra un marcado retroceso hacia un régimen más excluyente y represivo. Esto ha conducido a muchos ciudadanos a la acción directa lejos de los canales institucionales formalmente establecidos.
Sin embargo, la acción directa y la participación ciudadana como plan de emergencia y reacción a las arbitrariedades institucionales no constituyen una alternativa de gobernabilidad viable para un país y tampoco significa el camino único y seguro para que el ‘pueblo’ tome el poder. La representación y la participación deben co-existir y retroalimentarse para el funcionamiento de una sociedad moderna.
En Venezuela, en este momento, aunque hay un incremento en la participación ciudadana se están derribando los pilares de la democracia representativa, necesarios estos últimos para el funcionamiento del sistema político. El país necesita recuperar su propia institucionalidad, y el único camino para lograr esto es a través del diálogo, del entendimiento, del respeto y por supuesto de elecciones libres y justas.