El campo democrático debe volver a ser una esperanza creíble
1) La pandemia ha agravado la Emergencia Humanitaria Compleja preexistente: El extremo desabastecimiento del suministro de gasolina, la cada vez mayor dificultad en el acceso de la población a alimentos y medicinas, la destrucción de la capacidad de suministrar agua potable a los hogares y el deterioro acelerado del ya deficiente servicio de energía eléctrica y el agotamiento de medios de vida en millones de familias, son dinámicas ANTERIORES a la aparición del Covid-19, que hoy se ven agravadas por la pandemia y que revelan ampliamente las responsabilidades de quienes ejercen el control del poder público en el colapso de las instituciones y capacidades del país para garantizar el acceso a esos bienes y servicios.
2) Para Miraflores mantenerse indefinida e ilegalmente en el poder está por encima del bienestar de los venezolanos: Ante la caída del ingreso petrolero, la cuestionada legitimidad política, así como el acentuado deterioro de conductas institucionales y la indiferencia ante el sufrimiento de la población, el gobierno de facto de Maduro se ha centrado en conservar el poder mediante la represión, abandonando las obligaciones del Estado de respetar, proteger y garantizar los derechos humanos para toda la población, sin discriminación. Para los venezolanos el aparato estatal es hoy una fuente de amenazas y no un instrumento para su bienestar, con la fortaleza y la capacidad operativa y técnica para enfrentar la pandemia del coronavirus y nuestra emergencia humanitaria previa
3) Desde las más altas esferas del gobierno de facto se han obstaculizado todos los caminos para la solución constitucional, pacífica y ciudadana del conflicto: Este colapso funcional, social y político del régimen se convierte en la desestructuración del Estado y de la sociedad porque desde el poder han sido cerradas las vías normales que en una sociedad democrática operan para la resolución constitucional y pacífica de los conflictos. Con la imposición inconstitucional de una Asamblea Nacional Constituyente, la realización de elecciones presidenciales fraudulentas en mayo de 2018, desconocidas por muchos dentro y fuera del país e impugnadas incluso por algunos de los que en ella participaron, con el uso partidista del aparato de administración de justicia, de la Fuerza Armada Nacional (FAN), de los cuerpos de seguridad del Estado, y del árbitro electoral, la alternabilidad en el poder ha desaparecido, y con ella la posibilidad de que los venezolanos podamos elegir pacíficamente autoridades capaces de enfrentar la Emergencia Humanitaria Compleja agravada por la pandemia de Covid-19.
4) Debido a sus errores, el gobierno interino presidido por el diputado Juan Gerardo Guaidó Márquez, presidente de la Asamblea Nacional, enfrenta hoy una dramática crisis política: A principios de 2019, cuando la crisis institucional llegó a su punto máximo con la proclamación como presidente de una persona como consecuencia de un fraude electoral, se produjo la posibilidad de lograr una salida negociada al conflicto venezolano. Sin embargo esa oportunidad fue desaprovechada, al promover una fórmula política («cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres») que se planteaba la salida de Nicolás Maduro del poder no como resultado de una estrategia pacífica, democrática y ciudadana, sino de promover la salida del gobierno por un supuesto «quiebre» en la FAN o un improbable hecho de fuerza decidido desde el extranjero, que va en contra de las prácticas democráticas.
5) El movimiento para regresar a la democracia debe actuar democráticamente. La crisis del gobierno interino presidido por Juan Guaidó se hizo evidente a partir de los sucesos relacionados con la llamada «Operación Gedeón», en los cuales estarían vinculados integrantes del gobierno interino («altos comisionados», «asesores» y «jefes del comité de estrategia») presuntamente implicados en conductas reñidas con la norma constitucional y los derechos humanos, y contrariando de forma inaceptable su responsabilidad de liderar el proceso de transición política al afirmar que “Todas las cartas están sobre la mesa, y debajo de la mesa también”.
Ante esta crítica situación, con un régimen colapsado, una oposición sin una estrategia clara que haga posible una transición pacífica, electoral y constitucional y la emergencia humanitaria escalando, quienes suscribimos este comunicado planteamos lo siguiente:
A) Al régimen de Maduro Moros:
A.1.: Dar pasos reales y concretos para hacer posible un Acuerdo Nacional Humanitario que permita enfrentar la pandemia (y la Emergencia Humanitaria Compleja pre-existente): liberar a todos los presos políticos, cesar la represión uniformada y paramilitar contra la legítima protesta social, respeto estricto al trabajo del gremio médico, el sector productivo, los periodistas y de los defensores de DDHH.
A.2 Valorar los recientes estudios y proyecciones realizadas por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales sobre lo que pudiera ser el comportamiento del COVID-19 y a partir de allí dar cuenta sobre los avances en los dos últimos meses en materia de ampliación de la capacidad de respuestas y evaluar las brechas de atención, frente al escenario más adverso. Cesar cualquier tipo de persecución y criminalización a la difusión de información técnica sobre el Covid-19.
A.3) Acatar todas las recomendaciones realizadas por la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los DDHH en sus distintas comparecencias orales y escritas ante el Consejo de DDHH. Brindar facilidades logísticas, operativas y de seguridad para el funcionamiento de las distintas agencias humanitarias de Naciones Unidas instaladas en el país, al igual que para las organizaciones no gubernamentales que asisten y protegen a poblaciones y comunidades a través de programas humanitarios.
A.4) No utilizar la cuarentena como un mecanismo para limitar los derechos de las personas y cesar en la práctica de la criminalización de la protesta ciudadana. De igual forma, pedimos cesen las prácticas intimidatorias al ejercicio del periodismo.
A.5) Conformar una AUTORIDAD INDEPENDIENTE integrada por expertos con los conocimientos médicos y científicos requeridos de acuerdo con estándares internacionales y recomendaciones de la OMS y la capacidad operativa para dirigir la lucha de la sociedad venezolana contra la pandemia y coordinar los esfuerzos de los diferentes sectores del país para diseñar la mejor respuesta posible tanto a la epidemia como a sus efectos futuros en materia económica y social.
A.6) Integrar EQUIPOS DE ATENCIÓN A LA CRISIS, con las mismas características de la Autoridad independiente contra la pandemia, para que operen en las siguientes cuatro dimensiones de la crisis: Gasolina, Agua Potable, Electricidad y Acceso a los Alimentos.
B) Al gobierno interino presidido por Juan Guaidó:
B.1) Hacer pública rectificación de la ambigüedad en que se ha incurrido, reiterando sin titubeos que la vía para lograr el cambio no es violenta sino pacífica, constitucional y democrática. Además que toda lucha, en la calle y en cualquier escenario de negociación política, está orientada a lograr la restitución de los derechos de participación política y electoral de todos los venezolanos, para que sea el pueblo quien decida su destino en elecciones auténticamente libres.
B.2) Promover dentro de la Asamblea Nacional la realización de una investigación institucional sobre la «Operación Gedeón», que permita esclarecer quiénes fueron sus operadores, procedencia de los fondos y condiciones del supuesto contrato, sobre la cual al menos uno de los asesores del gobierno interino admitió la contratación de mercenarios, entre varios de los muchos aspectos contrarios a la constitución y a normas internacionales.
B.3) Separar completamente la actuación de la Asamblea Nacional como poder público de las actuaciones de las organizaciones partidistas que integran la oposición venezolana. La ausencia de institucionalidad en la dirección partidista de la oposición no puede seguir siendo «resuelta» erosionando la institucionalidad republicana. Así como es antidemocrático que el PSUV sea la única fuerza en el Poder Ejecutivo, es absolutamente inaceptable que el G4 haga lo mismo con el Legislativo.
B.4) En atención al criterio anterior, sugerimos enfáticamente a Juan Guaidó y a las direcciones partidistas de la oposición reconstruir la Alianza Democratizadora, dotándola de los mecanismos institucionales (pesos y contrapesos, controles internos y externos) que permita dar una discusión seria, amplia y profunda y llevar a cabo una positiva rectificación en la política del campo democrático. Para que el movimiento de retorno a la democracia sea una esperanza creíble en esta hora oscura debe tener una dirección colectiva, capaz de discutir y elaborar una estrategia inclusiva y exitosa, que pueda ser transmitida al país y el mundo mediante una vocería coherente.
C) A ambos, régimen de Maduro Moros y gobierno interino:
Les sugerimos enfáticamente la reactivación de un mecanismo creíble, equilibrado, inclusivo, con metas realizables y facilitado por mediadores reconocidos para la búsqueda de soluciones reales y concertadas a la crisis venezolana. por difícil que sea el esfuerzo de la negociación política, siempre será preferible a la repudiable decisión de contratar mercenarios o el uso de fuerzas especiales rusas dentro del país. Los venezolanos de todos los colores políticos estamos cansados de estas prácticas, que cuestan vidas y aumenta el sufrimiento de las mayorías, sin aportar soluciones sostenibles a una crisis política, social y económica insostenible que continuará profundizándose si no se ponen los intereses del país por encima de las apetencias individuales. Por tanto, les exigimos reanudar el mecanismo de Oslo como herramienta para encontrar vías que permitan superar la profunda crisis política en Venezuela y el retorno a la plena vigencia de la Constitución, bajo la consigna de la permanencia sin suspensión de los diálogos hasta encontrar soluciones y del respeto sin deshumanizar y criminalizar al adversario
Las organizaciones de la sociedad civil continuaremos trabajando para lograr que la esperanza de toda la población logre transformarse en cambios reales de una situación que actualmente compromete la sobrevivencia, la libertad y seguridad de la gran mayoría.
Las elecciones son el puente para alcanzar la democracia.
El 21 de mayo de 2020 se realizó el foro La democracia no se suspende, en el programa Con La Luz moderado por la periodista Luz Mely Reyes de Efecto Cocuyo, que contó con la participación de Beatriz Borges, directora ejecutiva del Centro de Justicia y Paz (Cepaz); Griselda Colina, directora del Observatorio Global de Comunicación y Democracia; Luis Lander, director del Observatorio Electoral Venezolano y José Domingo Mujica, coordinador nacional de la Red de Observación Electoral de la Asamblea de Educación.
A modo de introducción, la periodista Luz Mely Reyes señaló que el 2020 es un año electoral en Venezuela, pero debido a la situación actual de la pandemia, han surgido interrogantes tales como ¿habrá elecciones parlamentarias?, ¿es posible más allá de las posturas políticas?
Ciudadanos preparados
Inició la conversación Griselda Colina, quien señaló que si bien el año 2020 es un año donde deben hacerse elecciones parlamentarias, el grupo de organizaciones que hace observación electoral en el país cree que para hacer las elecciones tienen que cumplirse no solamente con los plazos y los lapsos que están determinados en la ley y con las necesidades que plantea la realidad actual, sino que las garantías ciudadanas deben estar plenamente acordadas y es preciso que las personas sientan que con ese voto están realmente ayudando a resolver la situación del país.
La elección, reiteró Colina, tiene que servir para darle un cauce a la crisis política en Venezuela. Lo más importante es que los ciudadanos nos preparemos para la elección, sepamos cuál es el rol que nos toca y podamos asumirlo con el compromiso y los riesgos que conlleva.
Para José Domingo Mujica la posibilidad de que haya o no elecciones está también en las manos de la ciudadanía. Solicitar que se convoque el proceso electoral y exigir el respeto de sus derechos políticos es clave para darle rumbo a realización de esas elecciones.
A pesar de la crisis extrema que padece el país, y que coloca a los ciudadanos en la necesidad de atender sus necesidades primarias, la solución de esta situación pasa también por la utilización de las diferentes instancias ciudadanas en la representación del poder público: alcaldías, Asamblea Nacional, e instancias no oficiales, que tienen una vocería importante para superar la crisis.
Para iniciar el camino de las elecciones hay que comenzar exigiendo al Comité de Postulaciones que actúe para acercar la posibilidad de realización de elecciones con las garantías de equidad y seguridad necesarias. Exigiendo al Consejo Nacional Electoral (CNE) un cronograma para las parlamentarias, que tenga en cuenta el reto que significa un proceso electoral durante la pandemia, así como también atender a lo que tiene que ver con la renovación de la infraestructura electoral, que sufrió un daño grave como consecuencia del incendio en los depósitos del CNE.
Elecciones y pandemia
Luis Lander, hizo énfasis en que las elecciones son una herramienta que puede contribuir a superar la grave crisis que vive el país, o a empeorarla. Unas buenas elecciones, las cuales no se considera que deban ser perfectas pero si reconocidas por todos los actores políticos, la sociedad venezolana y la comunidad internacional, son fundamentales para salir de la crisis, pero si están cargadas de irregularidades y con actores políticos importantes que no reconozcan los resultados, ahondan aun más la crisis. Así ocurrió hace dos años.
Aunque correspondería que las elecciones parlamentarias se lleven a cabo a finales de 2020, habría que analizar cómo se van a hacer. La aparición inoportuna de la pandemia perturba el clima electoral en todas partes del mundo. Más de 50 países tenían pautadas elecciones a principios del año 2020 y en muchos se han suspendido, en unos se han tomado medidas extraordinarias para que más o menos funcionen y en otros realizarlas ha tenido consecuencias terribles, porque han sido foco de contagio.
Hacer unas buenas elecciones requiere tiempo, no se hacen de manera apresurada. Para tener unas elecciones razonablemente buenas es primordial renovar el CNE, para recuperar la credibilidad en el árbitro electoral, pues actualmente no goza de la confianza ciudadana. El Comité de Postulaciones, cuyas actividades fueron suspendidas por la cuarentena, debe reunirse de manera virtual, ante la prolongación de la misma, y comenzar sus labores.
No tiene sentido que el actual CNE elabore un cronograma electoral, e inicie unas actividades, y que las nuevas autoridades queden sujetas a decisiones que ya se tomaron. Es imperativo actualizar el registro electoral. Se habla de cerca de 2,5 a 3 millones de votantes que salieron del país, pero también es importante ver la migración interna, que ha crecido mucho. Y en las elecciones parlamentarias el tema de dónde vota el elector es importante, porque van a escoger a los diputados de su circunscripción.
Es necesario revisar la plataforma tecnológica electoral, hacer un catastro de los centros electorales para ver cómo están. Y en el contexto de la emergencia sanitaria es imperativo que se definan con tiempo protocolos sanitarios para tomar las medidas pertinentes.
Cómo exigir el derecho a elegir
Luz Mely Reyes consultó a Beatriz Borges, sobre el derecho a elegir y cómo exigirlo a pesar de la situación política venezolana.
Borges opinó que, desde la mirada de los derechos humanos, hay que entender que la palabra elección tiene un significado diferente en el contexto venezolano desde el derecho, desde la experticia técnica y desde el entendimiento político. Cuando hablamos de una ruptura de la institucionalidad democrática, del deslave institucional y la pérdida del estado de derecho, es disonante hablar de elecciones y democracia porque el contexto no avala la realización de elecciones auténticas.
Destacó que en Venezuela se han realizado eventos electorales que han tenido como fin la permanencia en el poder, y ese es el significado que hoy en día tienen para muchos venezolanos las elecciones. Hay una pérdida de confianza del ciudadano en el voto como una posibilidad de cambio y transformación de la sociedad. Esa desconfianza la ha generado un sistema donde no hay plena democracia. El régimen ha aplicado que las elecciones se hacen cuando les conviene y no cuando se debe.
La pandemia de COVID-19 también tiene una implicación en este contexto venezolano, pues la cuarentena ha profundizado las políticas de persecución, la cuales afectan las garantías de ejercicio de los derechos políticos y a los procesos electorales, pues los derechos conexos se vulneran usando como justificativo el estado de alarma por la pandemia. Cuando se agrava la persecución y aumentan las represalias, no se favorece la realización de una elección auténtica.
Hay que pensar en cómo reconstruir el camino electoral. Desde la sociedad civil creemos que es importante no renunciar a los derechos políticos, porque el tema de la participación política es de los ciudadanos y comprende cómo elegimos quién va a definir el destino del país y garantizamos que haya alternabilidad en el poder.
El tener elecciones auténticas es un derecho, y también lo es el derecho a defender la democracia. Tenemos que recuperar este derecho. Pues la percepción es que las elecciones no sirven para lograr un cambio político y precisamente el problema político es la base de la crisis multidimensional en Venezuela. Tenemos que seguir luchando por encontrar un camino para reconstruir la democracia.
Los organismos internacionales pueden acompañarnos en ese camino. Por eso es importante no esperar el tiempo político y avanzar en el proceso técnico, enfrentando además el reto sanitario. Hay que seguir resolviendo aquello que se puede hacer en estos momentos y así estar preparados para afrontar un proceso electoral en el futuro.
No se puede abandonar la lucha electoral
Luz Mely Reyes señaló que para la incorporación de la ciudadanía a unas elecciones un gran peso lo tienen los partidos políticos, que no parecen muy ganados a avanzar de manera unitaria en las tareas electorales.
Indicó Mujica que los partidos políticos todavía no se han manifestado sobre una posible participación en elecciones, pero tampoco han dico que no concurrirán si son convocados. Lo que pasa es que el tema de la crisis de los servicios desplaza de una manera abrumadora los otros temas. Pero no hay que perder la esperanza en que los partidos comprendan que no pueden abandonar la lucha en el terreno electoral.
La dificultad de lograr unas elecciones válidas no nos puede hacer perder de vista la otra cara del voto popular, que ha servido como un instrumento de lucha por la democracia. Aun en condiciones de enfrentamiento con regímenes autoritarios. Una votación masiva para la defensa de la democracia y el rechazo al autoritarismo puede ser el detonante de cambios en la vida política de un país. Ese mensaje hay que hacerlo llegar al pueblo venezolano. No debemos abandonar al voto como un instrumento de lucha por la democracia. No es un acto perdido.
Reconstrucción del ejercicio electoral
Consultó la periodista Reyes sobre cómo se logra rescatar la importacia del derecho a elegir y cómo limpiar el ejercicio del voto de la sombra de la desconfianza.
Beatriz Borges reconoció que las elecciones son un tema doloroso, complejo y del que la ciudadanía rechaza hablar, porque no han significado tener la alternativa de un cambio en el poder, sino la reafirmación de un régimen no democrático. Pero para cambiar esto las elecciones necesitan del músculo ciudadano, no son solo un proceso técnico. Se requiere participación ciudadana, liderazgo comprometido y una constante reconstrucción del ejercicio electoral.
Hay mucha frustración porque quien está en el poder ha utilizado las elecciones para permanecer en él. Para que el retorno a la democracia sea sostenible debe hacerse a través de un proceso electoral. Es allí donde tiene un papel protagónico otra palabra que en Venezuea está casi prohibida, como es la negociación. Los acuerdos políticos son necesarios para poder reconstruir el camino. Urge tener esas elecciones posibles y llegar a acuerdos políticos para acercarnos a la democracia. Este es un trabajo no solamente de los partidos políticos, sino de todo el ecosistema de la democracia y de quienes creemos en ella. Si no se hace así, le dejamos la solución de la situación del país a otros. La democracia no puede ser suspendida indefinidamente. También en pandemia tenemos que seguir trabajando por recuperarla.
Elecciones en democracia y elecciones por la democracia
Luis Lander señaló que hay que diferenciar las elecciones en democracia de las elecciones por la democracia. Esto quiere decir que efectivamente se reconoce que no se está en las condiciones democráticas, pero la eventualidad de una elección puede transformarse en un elemento para efectivamente desde allí luchar por la democracia.
Destacó que hay mecanismos para la participación electoral a distancia que se pueden usar, tomando en cuenta la pandemia. Además en los actuales momentos la migración forzada de venezolanos al exterior representa una cantidad importante de votos. Para los votantes en el país eso requiere de una actualización profunda del registro electoral, que permita tener constancia de dónde están los electores ahora. Es necesario además tomar en cuenta los tiempos para los procesos que deben adelantarse.
Todas las acciones y procesos previos a las elecciones deben apuntar a la promoción de la confianza de la gente en el voto que va a ejercer de manera libre. Y que también se promueva la participación de la ciudadanía en cada una de las fases del proceso, entendiendo que esa participación no está limitada al día de la elección, que es un proceso muy amplio, donde hay una serie de roles que debe asumir un ciudadano. Donde hay derechos del elector y del que quiere ser elegido.
Los partidos deben entender que los ciudadanos estamos también luchando por sus derechos y que la vía de la solución pacífica, electoral y constitucional es una vía donde los ciudadanos los podemos acompañar. Las elecciones por la democracia deben ser parte de un acuerdo político, que garantice no solamente la alternabilidad y que las las minorías van a eguir existiendo, sino que tiene que haber una coexistencia de las pluralidades politícas, expresó Griselda Colina.
Para Luz Mely Reyes es importante destacar que por el hecho de no vivir en una democracia, los que creemos en el voto no debemos dejar de luchar por los derechos políticos.
Mujica recalcó que la falta de gasolina es un enorme escollo a sortear en caso de unas elecciones, pues complica el traslado de quienes intervienen incluso como funcionarios en el proces electoral y el de los observadores.
Asistencia electoral de la ONU
Borges insistió en que el tema de la participación va mucho más allá del voto, tiene que ver con la esencia de la democracia. Cree que harán falta varios procesos para alcanzar la recuperación plena, pero hay que seguir construyendo los puentes necesarios para llegar a lo requerido con fe y convicción del camino que debemos transitar como ciudadanos, siendo los actores principales de la historia de la recuperación democrática en Venezuela.
Colina reiteró la importancia de la articulación entre organizaciones de la sociedad civil y los ciudadanos para sumar las distintas visiones, destrezas y capacidades. Dijo que se han hecho tres mesas donde se escucharon las diferentes posturas y se llegó a una serie de recomendaciones que serán dadas a conocer próximamente.
Borges explicó que las Naciones Unidas tienen un rol importante en el proceso electoral. Es necesario que este organismo internacional entienda cómo puede ser aplicado un proceso de asistencia técnica electoral en Venezuela, donde se desplieguen sus capacidades para contribuir a la construcción de una elección auténtica. Este es un proceso que requiere tiempo y no puede ser convocado de un día para otro. Dijo que entienden la importancia del trabajo ciudadano, pero que no pueden solos porque el nivel de deterioro es grande. La experiencia de Naciones Unidas es fundamental y por eso han pedido al secretario general de Naciones Unidas, a la Oficina de Asuntos Electorales y al Departamento de Asuntos Políticos que se canalicen esos buenos oficios para Venezuela, no para unas elecciones exprés, ni para validar un proceso sin garantías, sino para construir el puente de retorno a la democracia.
Los panelistas concluyeron afirmando que los derechos no se pueden dar por sentado, que se deben ejercer, luchar y lograr, trabajando a diario por ellos.
“Lo más valioso de un Pueblo es la Confianza, sin confianza no habrá orden, ni armonía”.
Confucio
“Mantener la confianza pública es crucial para la solidaridad social, para la relación de las sociedades entre sí y para la paz y la estabilidad internacionales”.
Henry Kissinger.
La crisis más severa que sufrimos los venezolanos no es la del agua, inseguridad, electricidad, ni la gasolina, ni la hiperinflación, tampoco lo es el coronavirus Covid-19.
Lo que más daño le ha causado al país es la destrucción de la Confianza en sus gobernantes, instituciones de Justicia, su economía y peor aún entre los mismos ciudadanos. Hoy el país es un “todos contra todos”.
Venezuela
sufre una epidemia mucho más peligrosa para el futuro de la nación y la
existencia de la República. Y es el descrédito y la desconfianza absoluta ante
todo lo que hace o dice el Gobierno que, más allá de su ideología y la afinidad
que el ciudadano pueda o no tener frente al color del partido gobernante, es el
responsable de la vida nacional.
El
país ha sido destruido en sus bases morales. Porque cuando se pierde la
Confianza ante la Autoridad, el ciudadano cae en el terreno del “sálvese quien
pueda” y se percibe a sí mismo como desnudo, abandonado a su suerte, sin poder
contar con un Estado capaz de proveerle los servicios básicos para la vida:
agua, alimentos, medicina, seguridad física, electricidad y movilidad.
Es
mínimo el porcentaje de venezolanos que confía en la vocería oficial del
Gobierno Nacional encarnada en el presidente Maduro, los hermanos Jorge y Delcy
Rodríguez y en Diosdado Cabello, que ni siquiera tiene un cargo real en el
Poder Ejecutivo. Algo similar sucede en
la orilla opositora, muchos voceros, muchas promesas, pocos resultados.
Entonces…
¿Cómo asumir una conducción confiable de la crisis de salud cuando los
principales voceros del Gobierno han secuestrado y politizado todos los aspectos
de la vida nacional queriendo controlarlo todo, generando mil problemas por su
ineficiencia o corrupción, siempre rechazando ser responsables por los malos
resultados, siempre en rol de víctimas?
La
República está herida de muerte y bajo grandes amenazas. Y a medida que vayan
incrementándose los números de la epidemia en enfermos y decesos, así mismo se
irá incrementando el miedo, la desconfianza, la violencia y el caos en una
población que tiene años viviendo bajo el acecho de la pobreza, la inseguridad,
el hambre, la precariedad en los servicios y la impotencia de ver a sus
gobernantes delirando guerras imperiales cuando no son capaces de proveer
gasolina en un país petrolero.
Es
hora de hacer una tregua en la diatriba Gobierno – Oposición. Al menos un “alto
al fuego verbal” por tres meses para crear un espacio de confianza ciudadana en
la conducción de la epidemia. Ese espacio debe ser constituido por voceros
médicos, con credibilidad y claridad para dar indicaciones y estadísticas que
permitan a los ciudadanos reconstruir su confianza. Al menos, en este tema de
salud pública.
El
primer paso para una lucha consistente frente al Coronavirus Covid-19 es crear
rápidamente y por decreto de emergencia un Consejo
Médico Nacional con una vocería oficial distinta a Maduro, los Rodríguez y
Diosdado.
Que la
vocería del Consejo Médico Nacional sea conducida por un grupo integrado por
tres o cuatro médicos, no más, provenientes del sector público, académico y
privado, con apoyo y reconocimiento del Ministerio de Salud, la Cruz Roja y la
Organización Panamericana de la Salud. Esa sería la primera acción para poder
dirigir al Pueblo Venezolano, convincente y coherentemente, frente a esta gran
amenaza nacional. Una Vocería Mancomunada, más allá de las estridencias y divergencias
político-partidistas, que sea responsable por centralizar las estadísticas y
recomendaciones.
Si
Maduro y el Gobierno Nacional realmente quieren salvar la vida de miles de
venezolanos deben dar una pequeña muestra de responsabilidad histórica y
humildad. El principal compromiso del
Gobierno Nacional es cambiar su vocería de la epidemia para recuperar la
Confianza y la Credibilidad, que es lo primero que debe tener un paciente
frente a su médico.
Por
parte de la Oposición el reto está en controlar a sus múltiples voceros. Todos
deberán avalar y respetar, al menos durante la tregua, a los voceros del
Consejo Médico Nacional. Incluso puede y debe haber reuniones en los cuales los
miembros de este Consejo aporten datos reales de la situación ante el Gobierno
Nacional y la Asamblea Nacional presidida por Guaidó.
Una vez más. Frente a una crisis de estas dimensiones. Lo primero es tener un liderazgo confiable. Y eso no existe en este momento. Ni por cadenas presidenciales ni por bandas militares. Venezuela está urgida de Confianza. Por favor, Maduro y Guaidó, controlen a sus cabezas parlantes. Creen el Consejo Médico Nacional y denle a ese ente la credibilidad y seriedad que la crisis exige. Para que la gente pueda votar y pagar impuestos primero tiene que estar viva.
Politólogo, profesor del CENDES de la UCV, actualmente doctorando en Ciencia política en la Universidad de Rostock, Alemania.
Venezuela: Desafíos electorales en tiempos de COVID-19
La llegada del COVID-19
ha impuesto grandes retos electorales en todo el mundo. De 70 países que habían
programados elecciones durante los dos primeros trimestres del año, 50
decidieron posponerlas para evitar la propagación del virus, mientras los
restantes 20 los realizaron con resultados muy variados.
En todos esos casos el desafío
ha sido evitar que la crisis sanitaria se transforme en una crisis política, intentando
construir un equilibrio entre el riesgo que implica posponer las elecciones y
la obligación de proteger la vida de las personas.
En Venezuela, sin
embargo, la pandemia llega en el marco de una profunda crisis política que le
antecede, por lo que el Covid se transforma, en el contexto electoral, en una
variable adicional que debe resolverse junto a otras incógnitas de una muy
complicada ecuación.
¿Cuáles son las otras incógnitas
de la ecuación?
En primer lugar, en el
país se ha extendido una profunda desesperanza electoral. Y no faltan razones.
El deterioro de las condiciones electorales se ha acelerado luego de las
elecciones parlamentarias de 2015, la última elección democrática realizada en
el país.
A partir de entonces, se
ilegalizaron los más importantes partidos políticos de oposición, la empresa
Smartmatic se retiró del país, luego de denunciar una diferencia entre los
resultados anunciados y los recogidos por el sistema automatizado durante la
elección de la ANC en 2017. Meses después, durante las elecciones de
gobernadores los electores y centros electorales fueron redistribuidos para
castigar a los electores opositores. La crisis migratoria, que ha movilizado a
una proporción importante de venezolanos ha reconfigurado su distribución tanto
en el territorio nacional como en el mundo. Cerca del 20% de los electores ha
abandonado el país desde 2016 para escapar de la crisis interna. Y otra
cantidad importante han migrado internamente huyendo del deterioro de las
condiciones de vida y de la escasez de servicios públicos que azota con
especial dureza las zonas rurales, para refugiarse en las grandes ciudades y que
gozan de privilegios como agua y electricidad.
Más recientemente, un
incendio en los galpones del CNE destruyó casi la totalidad de la plataforma
para el ejercicio del voto automatizado que permitía un conjunto de garantías
para auditar el proceso de votación.
Por último, pero no por
ello menos importante, las autoridades electorales mantienen su doble estatus
de gran desprestigio e ilegitimidad, mientras la Asamblea Nacional ha detenido
indefinidamente el proceso de designación de nuevas autoridades.
En resumen, no es
exagerado afirmar que nos encontramos en el peor momento del sistema electoral venezolano.
Así, el principal desafío electoral es invertir la ecuación de la desesperanza. Reconstruir la confianza en el voto como herramienta de cambio frente a aquellos que afirman que no se debe hablar de elecciones en medio de la crisis o que “las elecciones son una trampa del gobierno en la que no se debe caer”.
Al contrario, solo es posible enfrentar la compleja crisis
estructural que atraviesa el país (crisis humanitaria, sanitaria, social,
económica y política), si se lucha por mejorar las condiciones electorales, denunciando
el ventajismo electoral, revelando al mundo, una y otra vez, como la
institucionalidad de estado se alinea para impedir la manifestación de la
voluntad popular.
Las razones para confiar en las elecciones como
herramienta de cambio son muchas. Incluso en las condiciones actuales.
La victoria democrática obtenida en las parlamentarias de
2015 no fue solo una sorpresa, sino también el resultado del esfuerzo conjunto
de múltiples actores orientados por un mismo objetivo: luchar contra toda la
maquinaria institucional del Estado para permitir que la voluntad popular se pudiese
expresar libremente. Así, convergieron partidos políticos, medios de
comunicación, organizaciones sociales, sindicatos, gremios, comunidad
internacional, observadores electorales nacionales e internacionales, en una
lucha por alcanzar las mejores condiciones electorales posibles. Perseverancia
que fue reconocida por millones de ciudadanos que decidieron participar, aún en
contra de los peligros, adversidades y desconfianza que rodearon esa elección.
A ese esfuerzo le siguieron otros: en 2016 el intento de
activar el referéndum revocatorio presidencial. En 2017 la denuncia de la
inconstitucionalidad de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente y la
participación en las elecciones de gobernadores del mismo año. Finalmente, en
2018 las denuncias de las condiciones electorales de las presidenciales.
Todas esas experiencias son relatos, no de fracasos sino
de victorias electorales que han permitido contener un régimen que, obsesionado
con el poder, desea el control total del país. No ha llegado ahí en parte
gracias a la lucha electoral.
La elección parlamentaria por delante no es una elección
más, sino la elección de la última institución legítima del país. Por lo que el
reto no es sencillo. Los obstáculos son muchos, el tiempo es escaso, y aún así
el costo de renunciar a la elección es demasiado alto. La legitimidad de la
Asamblea Nacional no es infinita nacional ni internacionalmente. Permitir que
el gobierno gane unas elecciones por forfeit, sin siquiera pelear por el
cambio de las condiciones complicaría aún más la grave crisis política.
Adicionalmente, la pérdida de la confianza en el voto y
la abdicación electoral incentivan las aventuras violentas. Y violencia y
democracia son antagónicas. La historia de las transiciones recientes así lo
confirma. La inmensa mayoría de las democracias que surgieron durante los
últimos 50 años, nacieron de procesos electorales, mientras que los métodos de
lucha violentos frente a gobiernos autoritarios culminaron casi siempre en la
imposición de otros gobiernos autoritarios de distinto cuño. Por ello, la lucha
por elecciones justas es también la mejor garantía del triunfo de la democracia
y para evitar que se construya un nuevo autoritarismo.
Finalmente, las elecciones son el único
mecanismo que coloca la responsabilidad de la reconstrucción de la democracia
en las manos de todos los venezolanos, convirtiéndolos así en los protagonistas
de su propio destino.
La lucha por las elecciones comienza por la designación de nuevas autoridades a través de un proceso apegado a la normativa electoral. El comité de postulaciones electorales instalado desde marzo por la Asamblea Nacional tiene por delante las siguientes tareas: aprobar su reglamento interno y la metodología de evaluación de credenciales, la apertura del período de postulaciones, la recepción y revisión de las postulaciones, objeciones y descargos, para finalmente elaborar una lista con los seleccionados para presentarla a la Asamblea Nacional, a la cual le corresponde designar los nuevos rectores con una votación de las dos terceras partes.
Es también imprescindible diseñar un ciclo
electoral apoyado en herramientas tecnológicas a distancia que permitan romper
los posibles focos de transmisión del coronavirus y evitar conformación de una
potencial cadena de contagio, que obliguen a escoger entre el derecho a la vida
y el derecho a elegir. Es necesario organizar elecciones y votar en condiciones
que no pongan en peligro la vida de la gente, especialmente de las poblaciones
más vulnerables. Por ello es recomendable pensar en sistemas híbridos a lo
largo del ciclo electoral.
Donde unos ven problemas otros ven
oportunidades. Hasta el momento, lamentablemente, el Gobierno ha aprovechado la
pandemia para afianzar su control político, persiguiendo a opositores, encarcelando
a periodistas, amenazando a intelectuales. La oposición, también ha querido
aprovechar la pandemia para continuar acorralando internacionalmente al
gobierno, posicionando su legitimidad internacional como llave de acceso a la
ayuda humanitaria internacional para generar con ello la presión necesaria para
producir un cambio político. En este escenario, el último de los grandes
desafíos es evitar que la pandemia se convierta en una herramienta electoral.
Por ejemplo, al utilizarla para incentivar o desincentivar electores, al crear
condiciones que pongan en peligro la vida de un determinado grupo de electores.
ROL ESTRATÉGICO DE NACIONES UNIDAS EN LA RESTITUCIÓN DE LOS DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS Y EN LA RECONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA EN VENEZUELA.
En el marco de una serie de iniciativas desarrolladas gracias a la alianza entre el Centro de Justicia y Paz (Cepaz) y el Observatorio Global de Comunicación y Democracia (OGCD) cuyo foco se dirige a la promoción y defensa de los derechos políticos como derechos humanos y su íntima relación con la democracia; el presente informe aborda el rol estratégico de Naciones Unidas, y en especial de la Asistencia Electoral ofrecida por este órgano, en la recuperación de los derechos civiles y políticos en el sentido más amplio, entendiendo que estos no se circunscriben al ejercicio del voto, sino que involucran el derecho a la libertad, a la integridad, a la libertad de expresión, a libertad de ideas y de asociación. Derechos que hoy son vulnerados en Venezuela como consecuencia de la ruptura de la institucionalidad democrática.